María y el Ave María

María y el Ave María

Muy a menudo, como católicos romanos, rezamos el Ave María. Especialmente en el mes de mayo quiero detenerme en esa hermosa oración.

La primera parte de esa oración son algunas frases bíblicas muy importantes que decimos.
“Ave María, llena eres de gracia, el Señor está contigo”.
Estas son las palabras que pronunció el Ángel Gabriel cuando llevó el mensaje a María de que ella se convertiría en la Madre del Hijo de Dios. Dios se hará hombre, el mayor acontecimiento de salvación de todos los tiempos, se le anuncia a una joven sencilla, María.
"Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre".
Esas son las palabras que Isabel le dijo a María. Después del mensaje del ángel, María se dirigió a su prima Isabel, que también estaba embarazada. Isabel saluda a María como "la bienaventurada" porque de ella nacerá el Salvador tan esperado.

Después de estas dos frases bíblicas, terminamos con la oración: "Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte".
Nos dirigimos a María por su título más grande: “Madre de Dios” María es la Madre de Jesús, Jesús es Dios. Jesús, el Hijo del Divino Padre, se hizo también Hijo de nosotros los hombres por medio de María. Así recibió su título de “Madre de Dios”.
Llamamos a María por su título más grande y nos llamamos a nosotros mismos en el Avemaría por nuestro título más pequeño "pecadores". En Flandes, “pobres pecadores”, personas que tantas veces se quedan cortas. Hacemos un llamado a María para que ore por nosotros. Jesús nos dio a Su Madre como nuestra Madre en la Cruz. Jesús le dijo al apóstol Juan en la Cruz como representante de todos los creyentes: “He ahí a tu madre”. A María le dijo: “He ahí a tu hijo”. Entonces Jesús le dio a María la tarea maternal de orar por nosotros.

Después de quedarse dormida, María fue llevada al cielo. Confiamos en su intercesión maternal. La tarea de María en el Cielo es orar a Dios por nosotros y llevarnos a Jesús. En esa oración se mencionan los dos momentos más importantes de nuestra vida: "ahora y en la hora de nuestra muerte". En esos momentos, María puede interceder especialmente por nosotros en el Cielo: “ahora y en la hora de nuestra muerte”. Esos dos momentos son muy importantes. El ahora es importante. Nadie puede cambiar su pasado y no sabemos lo que traerá el futuro. Ahora debemos hacer algo al respecto, ahora debemos permitir que Jesús entre en nuestras vidas, ahora debemos abrir nuestros corazones al Plan de Dios para nosotros.
Pedimos también a María que ore por nosotros en la hora de nuestra muerte, en esos momentos en que nuestro cuerpo falla y nos encontraremos con el Señor en la muerte. Ella puede orar por nosotros para que aun así no sucumbamos en nuestra elección por Jesucristo.

También ahora quiero rezar: Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es Jesús, el fruto de tu vientre. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén."